Del rigor científico al rigor periodístico hay mucho trecho.


El día de hoy, en medio de una avalancha de comentarios de varios coleguas, vi el último capítulo del programa “Séptimo día.” En el cuál la periodista Susana Suescún realiza un seguimiento a un caso ocurrido hace 38 años, centrándose en la “tragedia de un ser humano.”Yo vi el programa, me indigné, ingresé a mi twitter, y posteé y protesté, como si estuviera hablando contra un muro. Protestar en 140 caracteres escosa brava. También he leido las réplicas de M. Teodoro y de S. Suescún. Ésta última, haciendo un comentario sobre los discípulos del Dr. Bonilla, que son más o menos, calculando yo, todos los cirujanos pediatras de todas las universidades, más todos los pediatras, más muchos médicos. En fin, mucha gente.Así es que un poco más calmado, quiero aclarar, en un lenguaje más básico, para los periodístas légos en este tema. No sin antes aclarar que entiendo su ignorancia, veo sus errores profundos, pero no comparto su soberbia al no pronunciarse, mientras la evidencia científica los abofetea en la cara, y les deja ver profundos errores en su ejercicio periodístico.Para esto, intenté buscar, de la misma manera que la periodista Suescún, un referente ético del periodismo, y lo único que encontré es el “decálogo del periodsta” que referenciaré más adelante.Los problemas de este reportaje son múltiples, pero se podrían encasillar entre los puramente periodísticos y los científicos. En ambos, hay mucha tela por cortar.En los científicos, es claro que las definiciones de identidad sexual han cambiado en los últimos 40 años. También es claro que Colombia está muy por detrás de la legislación sobre esos cambios. Pero, al grano.El programa fue hecho sobre “ambiguedad genital.” Un tema supremamente complicado, incluso hoy. Muchas preguntas siguen siendo debatibles en el ámbito médico. Por ejemplo, es sicológicamente aceptable operar a los niños cuando son recien nacidos, o esperamos a que tengan una formación psico social respecto a su género. Cuándo, se puede determinar que un ser humano ha alcanzado esta formación. Cómo se determina. Qué nos asegura que un ser humano que crece sabiéndose diferente en cuanto a sus genitales de ambos géneros (pues tiene genitales de ambos) en algún momento se sentirá suficientemente cómodo para tomar una decisión. No deseará algún día un paciente de estos que esta anomalía se hubiera solucionado antes? Además es evidente que en los últimos 40 años, el concepto de desarrollo de género ha cambiado infinitamente. Pero, creo que muchos han pasado por alto, en medio de la indignación los entiendo, que el Dr. Bonilla menciona un caso “hace muchos años” de un niño con el diagnóstico de afalia (a= sin; falo= pene) Entiendo que para el periodista signifique lo mismo, pero ambos diagnósticos, la ambiguedad genital, y la afalia, tienen incidencias y abordajes bien diferentes. Como el diagnóstico que recuerda el Dr. Bonilla es el de afalia, a ese me referiré en principio. Esta patología se caracteriza por una ausencia de pene. En algunos casos pueden existir esbozos de sus componentes, como cuerpos cavernosos incompletos, por ejemplo. En otros casos la ausencia total. Con respecto a los testículos, que la periodista Suescún menciona repetidamente, estos casos suelen acompañarse de criptorquidismo. El criptorquidismo hace referencia a la ausencia, atrofia o mala posición de los testículos. Cuando la periodista pregunta al experto en ética médica sobre el caso en el que el Dr. Bonilla le retiró quirúrgicamente los testículos al paciente, no le explica el caso. Es claro que en la entrevista el Dr. Bonilla le dice “agenesia de pene” pero la periodista le dice al experto en ética “ambiguedad genital.” Como no tenemos la historia médica, yo puedo argumentar, que en este caso, los testículos eran atróficos, y no descendidos. Unos testículos atróficos no producen la cantidad normal de testosterona, y además como no son descendidos tienen un riesgo más alto, estos niños de desarrollar cáncer testicular. Lo que en últimas, significa que el Dr. Bonilla no le “dañó” la vida a este paciente, al contrario, se la salvó. Desde el punto de vista médico, también es claro que el Dr. Bonilla le explico a los padres el estado del arte del tratamiento para esta patología hace 38 años. Y ellos dieron el visto bueno para esa cirugía. Por lo cual, yo pregunto, dónde está la responsabilidad médica del Dr. Bonilla? Prestar los mejores servicios posibles, dentro del marco cientfico del momento, con idoneidad y responsabilidad médica? Procurando siempre lo mejor para el paciente? Quiero, de nuevo, mencionar, que una falencia enorme de este caso es no tener historia clínica. Porque no sabemos, por ejemplo, cuál era la anomalía específica. Pero desde el punto de vista científica, el Dr. Bonilla obró honorablemente, de acuerdo al máximo conocimiento médico de la época. Neurobiológicamente, yo me pregunto, si unos testículos con una producción de testosterona anormalmente baja durante la edad fetal pueden crear una impronta de género. Creo que a hoy, no hay respuesta científica a este respecto, pero tal vez la Dra. Suescún puede escribir un artículo a una revista con un buen factor de impacto sobre sus recientes investigaciones. Depronto un reporte de caso.Espero haber dejado claro los cráteres científicos de este reportaje.Periodísticamente, muchas cosas me llaman la atención. Este paciente se realizó varios procedimientos quirúrgicos a lo largo de sus 38 años, además estuvo sometido a tratamientos hormonales. En todas esas visitas constantes que hacía a los diferentes especialistas, entre endocrinólogos, cirujanos y obviamente médico general. Este paciente jamás se preguntó cuál era su diagnóstico. Cuál es el grado de responsabilidad que le cabe a una persona de nivel cultural, al menos, aceptable, por jamás preocuparse por cuál fue su primer diagnóstico. Yo me pregunto, cuando se realizó la cirugía para reconstrucción vaginal, este paciente qué le dijo al cirujano. Que tuvo una malformación? De qué tipo? Por qué estaba con tratamiento hormonal. Son muchas preguntas que el paciente jamás comenta, y la periodista falla en dejar pasar, como si nada, como si al pobre iletrado paciente le hubieran mentido toda la vida. Jamás se preguntó este paciente que tuvo. Desde mi punto de vista o esto es una mentira gigantesta, o engañaron a la periodista. Pero como no hay preguntas respecto a la responsabilidad que recae en la persona sobre su autocuidado. No lo sabemos.Además, busqué el estado del arte sobre el actuar de los periodistas. Y encontré un decálogo del periodista. Dos puntos me llaman la atención. Primero, “No hay que escribir una sola palabra de la que no se esté seguro, ni dar una sola información de la que no se tenga plena certeza.” Yo me pregunto, está segura la periodista sobre el diagnóstico del paciente. Igual me pregunto si está segura si el caso que recuerda el Dr. Bonilla no es el de alguien más. Y si está segura que el Dr. Bonilla jugó a “ser Dios” (creo que esa es la frase más indignante, por cierto) Yo supongo que la periodista asume que un médico se acuerda de todos los casos de hace 40 años, con todos los detalles.Segundo, “Hay que trabajar con los archivos siempre a mano, verificando cada dato y estableciendo con claridad el sentido de cada palabra que se escribe.” Cuáles datos verificó en esta entrevista la periodista. El diagnóstico es incierto. La responsabilidad sólo se intenta, con maliciaa, establecer la del médico, sin historia clínica, sin información. Qué datos verificó sobre los diagnósticos recientes del paciente. Entrevistó la periodista otros galenos, o corroboró que el paciente tenía la patología que mencionaba. Son muchas las preguntas que están sueltas. Y por lo tanto la información es de mala calidad, por que está incompleta, pero además por que el manejo de la misma es pésimo.Finalmente, una aclaración. El Dr. Bonilla es un ser humano de la mejor calidad, bueno, honesto, y un gran profesional. El Dr. Bonilla, escucha y refuerza positivamente los sentimientos que en ese momento (momento del video) expresa el paciente. Cabe aclarar que es muy posible que el paciente esté pasando por las diferentes etapas de duelo, y se expresa en ese momento con algo de “ira,” cuando dice “usted se sentó en el trono de Dios y decidió quien es varón y quien es mujer.” A lo cual el Dr. Bonilla escucha atento, y responde con la máxima humildad, expresando sus disculpas, por que el paciente se sienta de esa manera, pero aclara que el procedimiento que realizó se ampara dentro del estado del arte del conocimiento médico de la época. El resto de la discusión está enfocada en el “mal tratamiento” del ambiguismo genital, que es el diagnóstico equivocado, como se explicó previamente.Me parece una error fatal periodístico, el manejo del tema, la falta de corroboración de toda la información, la falta de rigor científico, y la forma como se aborda al Dr. Bonilla. Que además es una falta de respeto, con uno de los padres de la medicina del país.
Carlos Andrés García, MD

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